Descripción

La alboka es un instrumento de la familia de los aerófonos, perteneciente al subgrupo de los clarinetes.

Descripción del instrumento

La alboka es un aerófono con dos tubos con lengüeta simple, o dicho de otro modo, un doble clarinete.

Estas son las partes de la alboka y el papel de cada una de ellas:

  1. Fitas. Tiene dos, una por tubo. Se trata de trozos de caña de aproximadamente 6 cm de longitud y 7,5 mm de grosor. La caña se corta por el exterior del ojo dejando cerrado este extremo y abierto el otro. A 6 mm de este extremo cerrado se hace un corte, y cuidadosamente con un cuchillo se corta y levanta una tira de caña (lengua que debe vibrar). El sonido se produce por la vibración de esta lengüeta. Cada fita entra en una de las dos cañas que tiene la alboka, como prolongación de las mismas.
  2. Cañas. Son dos, de una longitud aproximada de 13cm y 1cm de grosor. El tubo que queda en el lado izquierdo (mirando desde el lado de la embocadura) tiene cinco agujeros de 4-5 mm de diámetro para dar las notas, y el tubo de la derecha tiene tres.
  3. Cuerno pequeño. Cumple la función de embocadura. Las puntas de las cañas y el extremo del yugo le entran por la parte inferior y protege las dos fitas que quedan en su interior. Los labios se colocan en este cuerno para tocar el instrumento.

Al este de Gipuzkoa y en la zona navarra de Urbasa, esta embocadura se compone de madera, de la misma pieza de madera que el yugo.

Los huecos entre el yugo, la caña y el cuerno pequeño se cierran con cera para que no pierdan aire.

  1. Cuerno grande. Así como muchos instrumentos de viento tienen la campana, la alboka tiene un gran cuerno para aumentar el sonido. A menudo presenta agujeros a modo de vientos en los laterales superiores. Generalmente suele tener todo el borde en forma de dientes de sierra.

En algunas antiguas albokas, el cuerno pequeño y el grande están decorados con dibujos geométricos grabados.

  1. El yugo. Suele ser de madera y semicircular, y actúa como soporte del instrumento. Une todas las partes y da forma a la alboka, a la vez que actúa de punto de sujeción. A menudo, los albokaris intentan trabajar y decorar el yugo, tallarlo y darle formas diferentes también por dentro. A veces a modo decorativo introducen clavos con cabeza de latón a ambos lados.
  2. Cadena. En las antiguas albokas el cuerno grande se encajaba en el extremo posterior del yugo, y al terminar de tocar, el albokari extraía el cuerno para guardar el instrumento. Al tocar se corría el riesgo de que éste se soltara, y para evitar que cayera hasta el suelo, se le ponía una cadena que unía el yugo y el gran cuerno.

(Beltran, 2013)

Afinación y escala

Se fabricaban albokas de diferentes tamaños y no estaban totalmente fijadas ni la afinación ni la escala que proporcionaban. Las albokas realizadas por León Bilbao de Artea y Silbestre Elezkano "Txilibrin" de Igorre, viejos constructores de alboka en Arratia, dan con todos los agujeros tapados una nota entre Lab-La, y las realizadas por Gorrotxategi de Zegama La #.

Modo de interpretación

Todos los viejos albokaris que hemos conocido utilizaban una digitación cerrada y las escalas que daban con sus albokas, aunque no fueran las mismas, tenían la misma tendencia: si tomamos como un LA, la nota que da cerrando todos los agujeros, desde abajo abriendo el primer agujero da la nota entre SIb-SI, el segundo agujero abierto DO-DO #, tercer agujero abierto Re, el cuarto agujero abierto MI y el quinto (el primer agujero desde arriba) abierto da FA #. Como vemos, esta vieja escala no es como la que escuchamos hoy en día, por eso todo lo que se toca con esas viejas albokas es muy especial para nuestros oídos.

En este sentido, según el deseo de los albokaris, los nuevos constructores realizan dos tipos de alboka: las que dan la escala temperada y las albokas que proporcionan la escala antigua.

Los albokaris dan la melodía de la canción con la caña (tubo) de cinco agujeros y la acompañan con la de tres agujeros, generalmente dando la nota pedal LA, y a veces utilizando el SI, que ejerce la función dominante. También pueden tocar DO y RE, que hacen el dúo a las notas MI y FA que da el otro tubo melódico. Con todos estos recursos pueden conseguir un rico juego armónico en sus toques.

El repertorio tradicional se compone especialmente de jota-fandango, porrusalda-arin-arin y marchas. A pesar de tocar melodías conocidas, los albokaris han tenido un modo de interpretar muy libre, de manera que cada uno le daba un toque especial a cada pieza según su gusto; por eso hoy conocemos muchas variantes de cada melodía.

Estas piezas van acompañadas del pandero y las coplas. El pandero ayuda a marcar el ritmo en estos bailes y la mayoría de las melodías tienen una parte para cantar coplas.

Para tocar la alboka, se debe soplar incesantemente, como si fuera una cornamusa o una gaita de odre. Pero la alboka no tiene odres o bolsas para guardar la reserva de aire, y el albokari consigue ese efecto mediante la técnica de dar la vuelta al aire (respiración circular), es decir, coge aire por la nariz mientras lo echa por la boca. Para aprender esta técnica se han utilizado varios sistemas o ejercicios: en el más común, se mete la punta de una pajita o una caña fina en un vaso con agua y se sopla por el otro extremo, creando burbujas en el agua sin parar. Otro ejercicio para aprender la técnica de la respiración continua, era tapar el cuerno pequeño con la txapela y lanzar el viento a través del filtro de la txapela.

Historia

Es muy difícil asegurar cual es el origen de la alboka, cuándo, dónde y cómo surge en Euskal Herria. El Padre Donostia recogió las noticias más antiguas que tenemos acerca de la alboka en su libro sobre instrumentos vascos (1952):

  • En el año 1443 en Mondragón “se usaron tamboril, albokas y panderos para bailes y cantos” (p. 281).
  • En el año 1777 en el Duranguesado: “[…] se cortan las actuaciones de tamboril y alboka en verano a las cinco y en invierno a las dos y media considerando que pueden ser perjudiciales […]” (p. 280).
  • En unos versos antiguos de Navidad de Bizkaia en el año 1826 aparece la palabra “albokia” (p. 280).

Iñaki Irigoien (1994) en su trabajo Dultzaina-Gaita Bizkaian, recogió más datos antiguos sobre el uso de la alboka:

“En los pagos de la parroquia de Portugalete. En las cuentas entre 1670 y 1673 […] también pagos realizados a albokaris. Se trata de dos pagos de años diferentes; uno de ellos dice así: a un alboquero que asistió a bispera y dia de Nuestra Señora.

El año siguiente, en 1675 y en 1682, aparecen otros pagos: alboqueros y tamborileros que asistieron a las fiestas acostumbradas.

En las cuentas de Artzentales de entre 1679 y 1713, un año aparecía en la lista de gastos: que hizo Çabala el al boguero (p. 25).

En una placita que estaba entre la casa torre del solar de Larrea y el convento de las Carmelitas, hubo una causa por danzas con tamboril, alboque, flauta y otros instrumentos. La contienda la provocó el/la dueño/a de la casa torre, porque las personas que se juntaban creaban inconvenientes y ruidos insopor. Esto sucedió alrededor de 1730 (p.16).

Tomado de Zárate (Barcelona, 1884), habla de los sacrificios que hacían en alta montaña en Gipuzkoa, y dice: también a usanza antigua sus biguirias, danzando al son de rabeles, albocas y tamboriles.

En los archivos de Durango hay noticia de los pagos realizados, y como se menciona en varios archivos, los alboqueros que estuvieron durante la permanencia de SS. MM. (1828)” (p.28)

Para aclarar que la alboka se ha utilizado desde antiguo, no nos extenderemos más en presentar documentos antiguos. Nos parece que con lo dicho hasta aquí es suficiente.

Como vemos, hace mucho que la alboka está entre nosotros. Sufrió un gran retroceso a partir de principios del siglo XX, pero como vemos en el trabajo de campo realizado y en los escritos (aquí nos resultan obligatorios los dos libros de J. M. Barrenetxea sobre la alboka), la alboka se ha podido escuchar hasta mediados del siglo XX en Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra. En las inmediaciones del monte Gorbea en Arratia y en el Duranguesado, en la ladera de Aizkorri desde Oñati hasta Otzaurte, en Arrasate y Urbasa. Nosotros también hemos recopilado noticias de albokaris en la costa guipuzcoana, Deba y Aia.

Al que toca la alboka se le llama albokari y albokerue. También se conocía el instrumento con el nombre de Zinburruna (Donostia, 1952, p. 280).

Para terminar, veamos un relato tomado de la literatura popular relativo a la técnica especial de respiración que se utiliza para tocar la alboka.

He aquí la anécdota que relataban los ancianos de Arratia, recopilada por R. M. Azkue (Azkue, 1942):

Hace como cuatrocientos años, vivía en Zeanuri el más famoso de los albogueros. En tres generaciones que siguieron a su muerte, se decía: «¡Pecho como el de aquél!» No ha llegado a nosotros su nombre. Estando en cierta ocasión en una taberna (a juicio de algunos pasó esto en un pueblecito alavés de Urrunaga), después de beber una cosa regular, decía el zeanuriano:

¿Quién (tiene) pulmones como los míos? Yo pasaría la calle más larga de París en mula, de un extremo a otro, tocando albogue, sin abrir ni una vez la boca y sin interrupción, sin callarme.

Por ver eso, también iría yo a ese París. ¿Y qué apostamos, Arrati?

Si quieres, un macho rojizo, hermoso, apostará cada uno.

Muy bien. Saldremos de aquí el lunes a la mañana para Vitoria y alguien nos dira seguramente qué camino hay que tomar para París.

Llegaron por fin nuestros hombres a aquella hermosa ciudad de Francia. Preguntando, supieron cual era la calle más larga, y una mañana empezaron a andar los dos, juntamente con el sol, desde un extremo de aquella larguísima calle. ¡Empezando a la mañana seguía tocando al anochecer, sin interrupción, sin callarse ni abrir la boca! ¡Ya es tocar! El arriero, viendo que había de perder la apuesta, hizo que su macho tomase la delantera, cerró con una mano la abertura saliente del albogue y con la otra impidió que el pobre artista alentara, el cual, ahogado y ya cadáver, cayó de su macho.

Mientras tocaba el alboguero tuvo un pensamiento que alguien, no sabemos quién, lo dió a conocer en estos versos:

Por la mañana, en París; en París por la noche.

¡Qué largura la de las calles de París!

Si tuviera recorrida esta calle,

mío fuera el macho rojo que detrás viene.

 

¡Sudoroso, tocando el albogue,

en calle que tiene siete leguas de largo!

Si las siete las tuviera recorridas,

volvería Arrati a casa dueño del macho,

 

De estos ocho versos, el quinto, séptimo y octavo, son del folklorista. No pudo arrancárselos al pueblo. La música correspondiente fué publicada en la página 977 del Cancionero popular vasco de Azkue; y en la página 22 de la misma obra puede el lector enterarse de este cuento. Tanto el cuento como su música aprendí de Juan Martín Ibarreche, hijo de Bedia. Esa circunstancia de lo ocurrido en Urrunaga la supe de un amigo de Ochandiano” (p.24-26).

FUENTES

Bibliografía

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Discografía

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Filmografía

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Galería de imágenes

Vídeo

Audio

Martxa. Leon Bilbao (alboka) Maurizia Aldeiturriaga (panderoa). Donostia, 1984 (Euskal Herriko Soinu-Tresnak. IZ 217. 2017, Elkar KD DVD-E 968)

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